Así cualquiera

El día anterior,tras cumplir cuarenta y un año,tres meses y un día,el trotagafas corredor de marca blanca estaba concienciado.Tocaba aprovechar el día libre para correr un poco más,sin hacer excesos,que ese core es aún un medallón de solomillo,una croqueta o siendo más fieles a la realidad,un bocata de panceta.

Sin embargo,los buenos propósitos se veían amenazados por una mañana de Australian Open o el catálogo de Netflix.Los cantos de sirena sonaban más fuerte que un concierto de Canibal Corpse.

Mi mujer me espabiló con una colleja en forma de «ACE» en la misma cruz de mi colodrillo y el mensaje quedó claro.A correr.

Tocaba buscar algún recorrido novedoso aunque fuera en parte o algún estímulo para afrontar los tres cuartos de hora o una hora máxima de trote programado.

Audaz y caradura a un tiempo la ilusión del reencuentro me hizo contactar con una amiga a la que echaba de menos y para mí suerte estaba allí,en el momento y lugar preciso.

Entré en calor con casi dos cómodos kilómetros hasta llegar a la cuesta de la antigua estación de Autores convertida ahora en urbanización Melrose Place.Esos doscientos metros que desembocan en la Plaza del Conde de Casal me dejaron las piernas en modo cartón-piedra ,pero lo mejor estaba por llegar .

Bendita calle del Doctor Esquerdo también llamada cuesta de dos kilómetros en forma de pared chuchasumadre.Aunque ya la había sufrido alguna vez nunca lo había hecho en mi formato actual de albóndiga en remojo.

Seguí adelante o mejor dicho, sobreviví y pasé por delante de lugares con buenos recuerdos que me animaron  a continuar,esa Avenida de los Toreros donde mi hijo mejoró su habla y yo aprendí a aparcar con prisas,o ese pequeño estudio donde mi hermana consolidó su trabajo.

La cuestecita de la Calle Cartagena me dejó fino pero el esfuerzo mereció la pena.

Allí estaba ella,en su oficina, organizando, gestionando, planificando, haciendo todo para lo que se ha preparado.Me presenté con ilusionada reverencia y pudimos ponernos al día al calor de un café que,como superior jerárquica,no dudó en abonar.

Lo de recenar vaya,pero lo de redesayunar ha merecido la pena.

Así cualquiera

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