El chispazo

No pesan los años,pesan los kilos. (Lema de anuncio añejo).

Me he propuesto contar algunas historias. Nada nuevo bajo el sol,pero sí. La idea es darle la vuelta a un mal pensamiento. Me hubiera encantado haber sido un One-club-Man pero como no fue posible,iré deslizando por aquí una serie de espero jocosas anécdotas sin orden ni concierto de mis veinte temporadas disputadas con el equipo del triángulo verde.

A veces todo surge de un chispazo. Los griegos dijeron Eureka y los de Coca-Cola la definieron como aquello que da emoción a la la vida, pero a veces las descargas no provienen de Internet.

Una llamada pudo convertirme,además de reponedor,cajero,gestor de pedidos, escaparatista, experto en frutas,verduras,carnes, operador en atención al cliente,panadero, encargado en gestión de grupos y recursos humanos y técnico de climatización en electricista por un día. La urgencia telefónica del contacto me llevó a ser Pepe Gotera y Otilio,chapuzas a domicilio.

El encargo en apariencia era sencillo. Retirar un expositor anclado en una pared en la trasera de las cajas no parecía difícil. Quitar un entramado de clemas y cables enmarañados en el tiempo en que uno se cepilla los dientes era otra cosa. Con un martillo, unas tijeras ,una cizalla y un destornillador como herramientas aquello era más un episodio de McGyver que un desmontaje al uso.

Intenté evitar mi destino invitando a mi jefe a depositar la tarea en el buzón del departamento de mantenimiento. “No hay tiempo” fue la respuesta.

Afronté la tarea con desencanto y resignación. Comprobé en la regleta cual era el diferencial correspondiente a la conexión de ese expositor luminoso. Bajé el dichoso automático y avisé al personal sobre la tarea con un claro “no toquéis la regleta”.

Prudente pero desconfiado alcancé la escalera,subí los peldaños y me dispuse a cortar los cables con energía y agilidad. Fue justo ese el momento elegido por una colaboradora para descubrir en la lejanía que la línea de cajas no tenía luz y,profesional,subió el automático para restituir la iluminación.

Los clientes más veteranos indicaron que mis contorsiones se asemejaron al estilo de Elvis, los boomers me compararon con un bailarín de BreakDance y yo,castañeteo de dientes y negro zaino achicharrado me sentí Michael Jackson antes de perder su color.

Muchos desde entonces defendieron mi actitud ante el trabajo como eléctrico, a pesar de no tener enchufes.

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