Capítulo 1 Inicio casual
Érase un chico a un transistor pegado,
érase un oyente de la liga,
érase un escritor de misivas
a chicas que miraban a otro lado.
Ese es el resumen de mi tierna adolescencia.¡Ah!Tambien corría. En el instituto había un recorrido que hacía las veces de pista de atletismo donde la profesora de gimnasia nos examinaba del test de Cooper.
Mientras los chicos trotaban ligandose a las chicas y estas demostraban poco interés en ambas cosas yo me dejaba las narices en aquello.Mi mayor pasión era (y es) el deporte y era (y es,por desgracia) lo único en mi vida en lo que siempre he sido muy competitivo.
Total que era el mejor de la clase en aquello y,quien lo diría,en abdominales.Hacía tropecientas repeticiones en un minuto mientras mi pareja de ejercicios me sujetaba los tobillos.Debo confesar que mejoré mi marca intentando sin éxito llegar a alcanzar con mi cabeza los pechos de aquella voluptuosa gran amiga,sueño eterno de una adolescencia falta de juegos carnales y plena de fútbol, baloncesto,tenis y carreras. Ridículo lo mío.
Por suerte nadie reparó en mi pecadora actitud en el parquet de aquel minigimnasio de instituto de monjas pero si en lo que me gustaba correr.
Un buen amigo me llevó a la Escuela de Atletismo de Vallecas y allí pasé una temporada.
Capítulo 2
Tras una prueba de saltos y una de lanzamiento en la que se hizo visible que aquello no era lo mío,llegaba mi turno.
Teníamos que hacer un kilómetro y en la pista de tartán.Era ridículo.Corría con chavales de 11 años.Yo tenía 16.
Mi amigo me dijo que fuera a tope y al terminar la primera vuelta les sacaba cien metros.Me dio tanta vergüenza que inconscientemente aflojé el ritmo hasta que,en la recta final me tuve que abrir a la calle 2 para que un crack de 10 años no me adelantara.
Crucé el primero la meta y el entrenador me miró mal.» 3’10 está bien,pero puedes dar mucho más de tí.Te pondremos las pilas».
Capítulo 3
Me dieron hasta en el carné. Mi primer entreno comenzó con un rodaje de 45 minutos.Me tranquilicé cuando escuché al entrenador dirigirse a los de medio fondo que fue con quiénes empecé.»Suave chicos,que hoy empieza Marcos. ¿A 3:45 el kilómetro, vale?»
Malinterpreté sus sonrisas.Las entendí como condescendencia pero al cuarto de hora,con la lengua fuera tras tres o cuatro cuestas asesinas me tuve que dar la vuelta.Perdida la estela de los compañeros a los que ya ni veía me tuve que dar la vuelta abochornado y congestionado. El coach me dió una palmada y me animó y enseñó a estirar.Tras una centena de abdominales y todo tipo de ejercicios,y al borde de la extenuación nos dijo «a divertirse».Dos series de 100,150 y 200 me pusieron tieso.Creí que me moría.Al terminar nos dijo que quedaba una más de cada.Ante mi incredulidad que dijo que era para que fuéramos siempre a tope.
El siguiente año de mi vida sería más o menos así.De lunes a viernes.
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