Un runner llega a la recepción de su hotel en Oslo y se saca las zapatillas con estrépito.El conserje le mira aturdido y el corredor le muestra sus pies.En román paladino grita un «AY, AMPOLLAS». El empleado hace una reverencia y saluda «Good morning Mr.Pollas».
No se le ocurre a nadie.Bueno si,a mí.
Tras una placentera estancia en mi hogar de más de 36 horas tocaba eliminar cualquier atisbo de «nesting» y cumplir con lo que tenía en mente.
La pereza era máxima por lo que,como último recurso, decidí hacer la tirada con las zapas nuevas y encontrar ese punto de ánimo.
El plan era recorrer los puntos G de la media maratón de Madrid que eran para mi desconocidos en mallas y zapatillas.
Calenté desde Vallecas a Atocha y al llegar al paseo del Prado me gustó cruzarme con la marea verde que lucha contra el cáncer.Estuve a punto de buscar al speaker y decirle cuatro cositas sobre las torrijas pero no me iba a parar ya en faena por lo que seguí hasta empezar «el tramo»
Avistada la plaza de Alonso Martínez desde Almagro mis ojos se desviaron a Zurbano,dónde recogía a mi novia al salir del trabajo en esos maravillosos tiempos (cada uno dormía en su casa).
Tomé Santa Engracia y aún sin fatiga tracé el camino de mi emocionante noviazgo. Crucé la Plaza de Chamberí,la del Pintor Sorolla y vi alejarse García de Paredes donde pulsaba 35 🔔en uno de esos porteros automáticos donde te veían el careto mientras escondías unas flores esperando la salida, tardía,de mi amada.
Pronto llegué a Cuatro Caminos e inicié un recorrido por el inicio de mi matrimonio y esa estancia temporal en Bravo Murillo mientras reformaban (deformaban más bien) nuestro nido de amor.
Terminé ese recorrido recordando aquel debut profesional en Sor Ángela de la Cruz y me dió tal pena que sufrí el tramo que terminó con mis huesos en la Plaza de Castilla en los que rememoré juicios con chorizos de supermercado y otros pleitistas seres.
Inicié la bajada de Mateo Inurria y cuando pensé que no habría más retazos de nostalgia en mi trotar pasé por Colombia recordando la fiesta a la que me invitó la mujer más espectacular que recuerdo y de la que salí una hora más tarde muy perjudicado y avergonzado (hay que cenar más).Con más risas que lágrimas llegué a la Avenida de América con los deberes hechos tras haber cruzado la plaza del Perú,de la República Dominicana y del Ecuador y pasar por la estación de metro de Cruz del Rayo (real como la vida misma).
Con los tobillos en ebullición por el exceso descubrí el mecanismo que me hará disfrutar de mi segunda media maratón.Nostalgia y emoción.
PD Al final no salieron las temidas Mrs.Pollas.
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